Comentario
La esperanza de la unificación pasaba por Prusia pero, en los años que siguieron a Olmütz, ni el rey Federico Guillermo IV ni sus ministros parecieron dispuestos a encabezar dicha política. Los junkers prusianos no parecían tener otro horizonte que el del engrandecimiento del propio reino y el primer ministro, von Manteuffel, representaba la postura de sumisión a la primacía austriaca.En esas condiciones, la caída de Federico Guillermo IV en la locura hizo que su hermano Guillermo accediera al poder en 1858, en calidad de príncipe regente. Guillermo, que era persona con gran sentido de la autoridad, aunque respetuosa con las instituciones constitucionales prusianas, facilitó la revitalización de las posturas liberales con el cambio de ministerio y su actitud respetuosa en las elecciones parlamentarias de ese mismo año. Fue el comienzo de lo que se denominó la Nueva Era. A los avances del liberalismo correspondió también una revitalización de las corrientes nacionalistas, en la medida en que las campañas napoleónicas en Italia acrecentaron el temor de que Napoleón III intentase también obtener ventajas territoriales en las orillas del Rin. La movilización decretada entonces por las autoridades prusianas reveló preocupantes signos de desorganización y el ministro del Ejército, general A. von Roon, fue encargado de la reforma del mismo. Dicha reforma, que consistió en un aumento del número de jóvenes llamados a filas y de los años de servicio, hasta hacer ascender en más del 50 por 100 el número de soldados inmediatamente disponibles (189.000), sería el origen de una grave crisis política, ya que los elevados gastos que implicaba llevaron a que los liberales se resistieran a la aprobación del presupuesto, a la vez que se oponían a la modificación de las funciones de la milicia territorial (Landwehr), organización análoga a la milicia nacional de otros países y que gozaba de gran popularidad entre los elementos liberales. Estos temían que la disminución de las funciones del Landwehr estuviese también encaminada a conseguir un Ejército completamente conservador, instrumento de las exigencias de un monarca autoritario. El Gobierno retiró inicialmente la propuesta aunque consiguió llevarla a efecto, en enero de 1861, a través de las facultades reglamentarias de que disponía el rey en su calidad de comandante supremo. A estas alturas, el conflicto era ya una prueba de la desconfianza de los sectores liberales, que pensaban que las reformas prometidas por el regente apenas se habían traducido en realidades, mientras que se sucedían las muestras de autoritarismo por parte del príncipe, convertido en rey Guillermo I desde enero de ese mismo año 1861. Los sectores de la izquierda liberal fundaron, en junio de 1861, el Partido Alemán de Progreso, con el fin de luchar por el Estado de Derecho, el avance en las libertades políticas, y una política decidida de unificación política. Sus líderes eran R Virchow y B. Waldeck y, en las elecciones del siguiente mes de diciembre, obtuvieron 110 diputados, lo que les convirtió en el grupo más numeroso de la asamblea (Landtag) prusiana, que contaba con unos 350 escaños. Estos sectores radicales decidieron que los proyectos de reforma militar brindaban la oportunidad de plantear la batalla sobre la reforma constitucional y la necesidad de recortar el poder de los sectores privilegiados. En concreto pedían la reducción del servicio militar a dos años, y no se mostraban dispuestos a aprobar los créditos solicitados. Guillermo I no encontró mejor salida que la disolución del Parlamento en marzo de 1862, pero las elecciones del mes de mayo siguiente confirmaron el predominio de los diputados del Partido de Progreso, que obtuvo 135 escaños y contaba con el apoyo de otros grupos de oposición. La negativa del nuevo Parlamento a votar nuevos subsidios para la reforma militar provocó una situación de bloqueo constitucional, en la que el rey Guillermo llegó a considerar la posibilidad de la abdicación hasta que, siguiendo el consejo de von Roon, optó por llamar a Otto von Bismarck para que presidiera el Consejo de ministros. Otto von Bismarck-Schönhausen era un junker, miembro de una familia noble de Mecklemburgo, en la Prusia oriental. Había realizado el bachillerato en Berlín, antes de acudir a las universidades de Göttingen y Berlín para cursar estudios de Derecho. Sus primeros trabajos fueron en los tribunales de Berlín y Aquisgrán, pero pronto se retiró a cultivar las tierras de la familia. En 1847 hace su aparición en el Parlamento prusiano, con una significación netamente conservadora (coincidencia con los hermanos Leopold y Ludwig Gerlach y con F. J. Stahl) y, desde comienzos de los años cincuenta, es representante prusiano ante la Dieta de la Confederación. Allí se destaca por sus puntos de vista antiaustriacos, que le llevaron a decir que "no hay nada más alemán que el crecimiento de los intereses particulares de Prusia". Su interés por los asuntos diplomáticos, en los que demostró una constante preocupación por la amenaza del Imperio napoleónico, le valió ser nombrado embajador en la Corte de San Petersburgo en 1859 y, desde abril de 1862, embajador en París. Al ser llamado a Berlín, en septiembre de ese mismo año, era ya un convencido de que Prusia debería ponerse al frente del proceso de la unificación alemana.